Caminando con animales

Caminando con animales

“Caminar viendo animales salvajes en libertad es una experiencia sublime”, anoto en mi diario después de descender del Monte Meru, un poderoso volcán que se eleva sobre las sabanas y selvas de Tanzania. 

Durante 4 días caminamos desde los llanos a los más de 4.500 m. de su cima. En las zonas bajas aparecían calveros en medio del bosque tropical, lugares de fresca yerba en donde pacen búfalos, cebras, jirafas y facóqueros en armonía. Detrás de ellos algunos babuinos corretean en busca de comida mientras emiten sonoros gruñidos. De cuando en cuando, del bosque surgen sonidos broncos que denotan la presencia de monos y a veces los vemos saltando entre las ramas de los árboles. Finas melodías de pájaros cantores llenan el bosque de vida y de alegría. También, entre la espesura tuvimos la suerte de ver un Dik Dik, la gacela más pequeña de África, tan pequeña que parecía un huidizo “duendecillo”. En las zonas de yerba rala un búfalo se interpuso en nuestro camino, nos miró un rato, movió la cabeza, hizo algún amago y el Ranger que nos acompañaba preparó su escopeta. Afortunadamente se fue pendiente abajo dando grandes y sonoros pisotones. 


Una especie de urraca muy negra pero con un “gorrito” blanco en su cabeza nos visitó durante un picnic, no le gustaba el plátano pero le encantó el pan. Al poco vino su pareja, le dio un poco y se picotearon amplia y descaradamente, ¡fue tierno! En las zonas altas del volcán, por encima de los 3.500 metros vimos corretear una gacela de Thomson y ya muy cerca de la cumbre, superando los 4.500 m. unos cuervos aleteaban con grácil vuelo mientras yo echaba el bofe, de seguro que se estaban cachondeando de mí. Ya bajando y muy a lo lejos divisé en las llanuras dos grandes lagos que destellaban como dos gemas con las luces del sol poniente, eran los lagos de Momela. -¿Los conoces, Rajabu?, le pregunté a nuestro simpático Guía. –Sí, me dijo. -¿Te has bañado en ellos?, -¡no señor!, exclamó, ¡hay serpientes y cocodrilos! El bueno de Rajabu me sacó con dos palabras de mi “Arcadia Feliz” y me hizo recordar que los paraísos no existen y que África no es “Port Aventura!.


Monte Meru, Tanzania, Septiembre 2017.

Jerez, Abril 2018.

Texto y fotos © Faustino Rodríguez Quintanilla

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