Navegando por el Sahara

Navegando por el Sahara

1986, éramos muy jóvenes y teníamos todo el tiempo del mundo y un mundo por descubrir. Nuestro R-4, el famoso “cuatro latas” atravesaba libre entre los mares de dunas y las vastas mesetas calcinadas, las solitarias hammadas y los grandes “platós” como el de Tademait, miles de kilómetros cuadrados de arenas y vacíos absolutos.

No había GPS ni se le esperaba ni ningún artilugio vía satélite, tampoco existía Google Maps ni invento remotamente parecido. Un viejo mapa Michelín y una anticuada Guía Práctica del Sahara eran nuestra única documentación. Como clara y vital referencia de “estar en la ruta” teníamos que seguir el rastro de antiguos bidones de gasoil estratégicamente colocados cada diez kilómetros a modo de balizas y con la inscripción “TAM”, esto es, Tammanrasset, el mítico oasis hacia donde nos dirigíamos, un cruce de caminos en las rutas hacia el África Negra. Despistarte y perder el seguimiento de estas “balizas” podría suponer perderse en estos mares... Fueron días de extrema soledad, de cielos azules y estrellados y de noches sin luz, de risas, de hambrunas y de vino “tetrabrick”, fueron días de suprema libertad.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.

Algún lugar en el “Plateau” o Meseta de Tademait, Ruta Transhariana (Argelia), 1986.

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