Un oasis en la Ruta de la Seda - Mercado de Kasgar

Un oasis en la Ruta de la Seda - Mercado de Kasgar

Hemos llegado a Kasgar a través de una ruta legendaria y milenaria. El oasis de Kasgar es un cruce de caminos en el medio de los desiertos de Taklamakán y bajo las heladas cimas del Kongur y del Muztagh Ata.

Un lugar donde convergen una miscelánea de razas y culturas, Kirguises, Uzbekos, Kazakos, Tayikos y la minoría china ocupante. El oasis fue un lugar de descanso en la milenaria ruta entre oriente y occidente. Por aquí, además de la seda, pasaron viajeros y aventureros, animales, ideas, ejércitos, religiones, arte y cultura.

Entrar en el mercado de Kasgar es viajar, en cierto modo, a otra época porque además de encontrar baratijas chinas, transistores, termos o plásticos, en el mercado todavía encontraremos té y especias, alfombras, telares, alfareros, comerciantes de pieles, carpinteros, herreros, aguadores, saltimbanquis, narradores de cuentos..., junto a edificios de ladrillo y barro rojo recubiertos por el polvo y las arenas del desierto.

Pero lo que más me llama la atención cuando visito un mercado en lugares remotos son sin duda los comedores colectivos, los restaurantes populares, las cocinas al aire libre, los puestos ambulantes que dan de comer a los viajeros. De sus fogones y de las brasas surgen olas de humo y mezclas de olores sabrosos, a chizquebab, a especias, a maderas exóticas y a guisos dulzones y picantes. Esta vez, la luz atravesaba cálida a través de los emparrados y precarias techumbres y el ambiente nos transportaba a otra época, una época lejana que vivíamos en ese presente.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y foto.
Oasis de Kasgar, Turquestán oriental (China), 1990.

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