EN LAS FUENTES DEL NILO AZUL, CASI 400 AÑOS DESPUÉS. UNA HISTORIA EN EL OLVIDO.

EN LAS FUENTES DEL NILO AZUL, CASI 400 AÑOS DESPUÉS. UNA HISTORIA EN EL OLVIDO.

La vieja furgoneta que nos trasladaba a las inmediaciones de las cataratas del Nilo Azul parecía que podría reventar de un momento a otro. Entre la pesada carga de un pasaje variopinto y los socavones de la pista de tierra el desvencijado vehículo aguantaba como podía. 

A unos 30 kms de su nacimiento en el lago Tana, el Nilo Azul se precipita por paredes de roca de más de 45 metros y forma unas cataratas espectaculares. Los locales las conocen como Tis Abay – el “humo del Nilo” o Tis Isat, el “agua que humea”. El río, a partir de aquí, se adentra por unas gargantas espectaculares y avanza por territorios salvajes y poco conocidos hasta confluir con su hermano el Nilo Blanco, cerca de Jartum, en Sudán. Ignorante, como la mayoría de los españoles, yo aún no sabía que 400 años antes, el viajero jesuita Pedro Páez había sido el primer occidental en descubrir las fuentes del Nilo Azul. Pedro Páez fue todo un personaje en su época, recorrió gran parte de India, fue prisionero de los turcos y se marcó como objetivo llegar a la remota Etiopía, país cristiano rodeado de “infieles”. Un diario español nos recordaba hace unos días las hazañas de Páez citando al escritor africanista Javier Reverte que dijo de él: “si Páez hubiera sido inglés sería más conocido que Livingstone”.

Yo aquella tarde disfruté con el sol poniente y la mágica luz que me ofrecía aquel paisaje de pura Africa. Hoy, cuando se han cumplido esos 400 años, he querido “desempolvar” algunas fotos de aquéllos días que pasé en las fuentes del Nilo Azul, recordando orgulloso a aquel fantástico compatriota, a uno de los nuestros. Y, son muchos los injustamente olvidados. Por eso, cuando en estos días uno vez a su país sumido en batallas y rencillas de rancio nacionalismo de caverna, reivindica más que nunca nuestro pasado común, nuestra historia, tan olvidada.

 Lago Tana, Etiopía. Noviembre 2014.

 Jerez, Mayo 2018.

 Texto y fotos: © Faustino Rodríguez Quintanilla

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