1986, éramos muy jóvenes y teníamos todo el tiempo del mundo y un mundo por descubrir. Nuestro R-4, el famoso “cuatro latas” atravesaba libre entre los mares de dunas y las vastas mesetas calcinadas, las solitarias hammadas y los grandes “platós” como el de Tademait, miles de kilómetros cuadrados de arenas y vacíos absolutos.

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