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El Correo del Atlas

La cadena del Alto Atlas conforma el sistema montañoso más importante del norte de África y es uno de los más grandes de todo el continente.

El Jebel Toubkal, con 4.165 metros, es la máxima altura del macizo. Una imagen muy lejos del Marruecos estereotipado. Una carretera parte de Marrakech y se dirige hacia el sur para atravesar la inmensa cordillera a través de un paso natural, el Puerto de Tichka, a 2.200 metros de altitud. Realizar este viaje es toda una experiencia, un recorrido impresionante desde las llanuras a los valles bereberes y desde las alturas del Atlas a los oasis de Uarzazat. 

Aquélla vez me dirigía hacia el sur en un viejo autobús de línea regular, un expreso llamado “El Correo del Atlas”, una destartalada “lata de sardinas”, aunque de sugestivo nombre. Viajaba en compañía de mi amigo Hassan y veníamos dando botes desde la lejana Casablanca a donde habíamos tenido que ir en busca de unas piezas de recambio que le hacían falta a mi furgoneta. Mi furgoneta, averiada desde hacía más de quince días al vadear un río, esperaba pacientemente junto a la casa de Hassan, en la aldea de Boutaghrar, un villorrio situado en un perdido rincón del sur del Atlas, bajo la cima del monte Ighil M'Goun, en los alrededores del idílico “Valle de las Rosas”. 

Nuestro autobús avanzaba lentamente a través de la carretera nevada retorciéndose y bramando como un camello bactriano en cada curva, desafiando los temibles barrancos que se cernían a uno y otro lado de la estrecha línea de asfalto. El “Expreso” no conocía ese artilugio que nosotros llamamos “cadenas” ni tampoco las esperaba, la “calefacción” la proporcionaba los sesenta ocupantes que allí viajábamos…, la puerta de atrás permanecía abierta y el “ayudante de la tripulación”, ataviado con una recia chilaba y con una pala en la mano intentaba “limpiar de nieve” el camino. 

A pesar del intenso frío yo viajaba pegado a la puerta de atrás, entre otras cosas para, si llegado el caso, saltar en situación desesperada de necesidad. En uno de los numerosos atascos que disfrutamos durante la travesía bajé y “disparé” el obturador de mi máquina de fotos. Sin duda, una imagen, un momento de mis primeras correrías por Marruecos a la que tengo un especial cariño.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.

Alrededores del Puerto de Tichka, Alto Atlas (Marruecos), una fría primavera de 1989.

Jerez, octubre de 2013.

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