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Osh, una casa de té y el Islam

Osh, una casa de té y el Islam

Osh es la ciudad más importante del valle de Ferganá por el lado de Kirguistán.

El histórico y feraz valle de Ferganá se encuentra situado entre la cordillera de Tian Shan y las montañas Alai. Es la región más poblada de Asia Central pues por su depresión corren dos de los ríos más importantes, el Naryn y el Sir Daria. Los azares de la geopolítica hicieron que el valle se dividiera entre tres Repúblicas de la URSS, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. Los problemas políticos y étnicos derivados de esa división artificial se agudizaron con el derrumbe de la Unión Soviética, convirtiendo el valle en una zona muy inestable. Los sangrientos sucesos entre uzbecos y kirguises de hace apenas seis años son un exponente de ello.

Aquélla mañana salí sin rumbo fijo del hotel, el aire corría fresco y apetecía caminar. Me habían hablado del mercado de Osh y de su sabor oriental. La llamada a la oración del muecín me recordó que el valle de Ferganá está girando con rapidez hacia el Islam ortodoxo. Di varias vueltas entre calles atestadas de comerciantes, vendedores y puestos humeantes de comida, olía a Oriente y los humazos me embriagaban con aromas de lejanía. Al poco encontré una vieja casa de té. Un amplio salón lleno de chaikanas, amplios sillones para tomar el brebaje, gente variopinta, uzbecos con sus típicos gorros redonditos y kirguises con sus gorros cónicos. La atmósfera era dulce y tranquila. Al lado, un señor con cara de haber estado sirviendo té toda su vida, se afanaba en un cuartucho por donde entraba una luz tenue, hermosa y cálida. Decenas de teteras esperaban el agua caliente de los viejos samovares de cobre, para hoy como hace cientos de años llenar de sabor los recipientes con una de las bebidas más populares de la Tierra.

Comencé a dejarme llevar por la imaginación. Pensaba en cuantos cientos de viajeros habían pasado por estas históricas rutas camino de China, a cuanta gente el té reconstituyente le había ayudado en su camino, como a nosotros, en los pasados días gélidos del Pamir. Un grupo de viejos amigos están tomando té y me invitan. Me preguntan si estoy casado, si tengo hijos y si soy del Real Madrid o del Barcelona. Poco después, me dispongo a regresar al hotel. Junto a una mezquita cercana un joven musulmán con cara de buena gente regenta un pequeño puestecillo. Vende Coranes, perfumes, incienso, aceites, ungüentos, té y pañuelos. Le compro un collar de cuentas y me regala una cartulina con dibujos que enseñan las formas del rezo islámico. –En el caso de que no lo utilice, no lo vaya a tirar, es un papel sagrado –me dice. –No te preocupes –le comento. –No creo que lo utilice pero lo podré en un lugar de honor en mi “cuaderno de viaje”.

Arabia Saudita está regalando mezquitas a Kirguistán como si fueran caramelos. Muchos jóvenes barbudos pueblan ya las calles de las principales ciudades en un viaje religioso a alguna parte.

Al poco me despedí del joven comerciante musulmán. –Espero le haya gustado Osh, vuelva por aquí –me dijo, con una sonrisa. –Me encantaría regresar Insha'Allah (si Alá quiere) –le respondí. El joven volvió a sonreir.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
Osh, valle de Ferganá (Kirguistán), octubre de 2016.
Jerez, noviembre de 2016.

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