Andar por caminos señalizados ha pasado de ser una simple afición de los amantes de la naturaleza a un completo deporte con cada día más adeptos. Los beneficios de esta actividad física, tanto a nivel físico como a nivel mental, son numerosas. Caminar es uno de los ejercicios físicos más sencillos, cómodos y completos que existen.
Al tratarse de una actividad al aire libre que generalmente se practica en el campo o en la montaña, el senderismo además nos anima a respirar aire mucho más puro que el de la ciudad y a evadirnos de nuestras numerosas obligaciones diarias, dándonos un respiro (nunca mejor dicho) tanto físico como mental.
El senderismo se realiza por senderos que están homologados e identificados con marcas, generalmente de diversos colores, que indican la dificultad de las mismas y que se suelen situar en piedras al borde del camino, señales verticales o incluso los propios árboles. Estas rutas suelen ser transitables a lo largo de todo el año, para todos los grupos de edades y, además, como plus, tienen un interés paisajístico o cultural. Esta es la diferencia esencial con otras actividades similares como el excursionismo o el trekking.
Estas actividades al aire libre reúnen a multitud de viajeros especialmente en la época de vacaciones, en otoño y primavera, conocer rutas y practicar senderismo por los parajes más diversos de nuestra geografía, nos invita a conocer a un país de forma diferente. Una experiencia probablemente inigualable y que reúne a personas de diferentes procedencias y nacionalidades.
Para la práctica de esta actividad deportiva os queremos dar algunos consejos que aparecen en muchas guías de senderismo, son precauciones que debemos de tomar antes de iniciar la ruta para cumplir nuestro objetivo y evitar molestias y contratiempos.
Antes de iniciar el recorrido es aconsejable saber el tipo de terreno que vamos a patear, si es asfalto, hormigón, pistas agrícolas, gravilla suelta, pedregoso, suelos terrizos, arcillosos o calizos, etc. Lo importante respecto al calzado es que este sea flexible, especialmente la suela, que transpire, no muy pesado y que además dote al pie de una buena estabilidad. Estas características las aportan las conocidas como botas de trekking que ajustan el tobillo evitando en cierto modo las consabidas torceduras y sus consecuencias aún peores como las luxaciones, los esguinces o incluso las fracturas en esa zona. Están especialmente indicadas para realizar senderismo por zonas de montaña con suelos inestables, irregulares y escarpados. En el caso de que la caminata sea por asfalto, pistas y caminos es mejor utilizar las zapatillas de trekking puesto que no recalientan tanto el pie y son menos pesadas.
Respecto a los calcetines, y si la travesía va a ser larga afirman los expertos que por muy transpirables que sean las botas o las zapatillas, si los calcetines son de algodón o de lana, se irán empapando a lo largo de la caminata, generando en el pie roces que a su vez producirán las molestas ampollas. Hay quienes utilizan todo tipo de trucos: doble calcetín, costuras hacia afuera… pero la garantía de transpirabilidad y de que el pie se mantenga seco es la que dan los calcetines de fibras (una fibra sintética que gestiona y expulsa la humedad manteniendo el pie fresco y seco). Y si en la composición se incluye una parte de poliamida, se evita el desgaste y da consistencia y durabilidad al calcetín. Aunque he de decir que en esto cada senderista conoce sus gustos.
Además de la comida y el agua, es muy recomendable que llevemos bastones, ya que, con ellos, conseguiremos reducir el cansancio en tobillos y rodillas y la posibilidad de sufrir torceduras. Aparte, nos ayudarán a mantener el equilibrio, mejorarán nuestra seguridad y rendimiento especialmente en montaña.
Por último y además de adecuar nuestra indumentaria al tiempo al que nos vayamos a enfrentar con las previsiones lógicas en cada caso es muy importante llevar una mochila adecuada a nuestras necesidades sin sobrecargarla con elementos innecesarios, una vez llena no debería superar el 10% del peso del caminante que la porte, ajustando las correas de forma que el peso descanse sobre la espalda y no tire de los hombros.
Julio 2019.
Texto © María García
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