Me encontraba a gusto esta mañana, el aguacero de anoche había asentado el polvo reinante de la tarde anterior, cuando estuvimos visitando los templos milenarios de Lalibela, entre moscas y calor. Esta mañana me sentía un poco como mi admirado RL Stevenson mientras escribiera “Travels with a donkey”.
Estaba a punto de emprender un viaje a pie por el macizo de Abune Yosef, acompañado del fiel guía Moges y su burrito, en donde llevaríamos el equipaje para estos días. Pronto estamos subiendo por empinados caminos y observamos el tremendo ajetreo de gentes que bajan al día semanal de mercado en Lalibela. En nuestra subida nos vamos a encontrar con cientos de variopintas personas (mejor dicho, los variopintos somos mi compañero y yo). La gente acude al mercado desde muy lejos, portando sus mercancías que venderán en sus diminutos puestos. Alguna gallina, huevos, miel, maderas, carbón, verduras, algún tronco de árbol con destino a algún cliente que posteriormente construirá un chamizo.
Aquí no hay coches, ni motos, casi ni animales de carga parecidos a nuestro fiel pollino. Por ello, portan las mercancías en hatillos que cuelgan sobre el cuello con la ayuda de un largo bastón. Suelen bajar en grupos provenientes de las diferentes aldeas que se desparraman por las laderas. Dentro del grupo, siempre, uno de ellos porta una “fiambrera” de barro que contiene la clásica injera, la torta ácida de keft con la que se alimentan diariamente millones de etíopes. Luego del trabajo y en reunión la comerán entre todos, contándose las anécdotas del día. Vamos subiendo por un paisaje muy humanizado y de las diferentes casas salen niños que juegan con nosotros un rato mientras nos acompañan en nuestro caminar. Las casas de las aldeas son chozas circulares, de piedra y barro con techumbres de paja. Siempre envueltos en sus gabbis, prendas de tela blanca o de color crema en donde se acurrucan, los peregrinos del mercado bajan sonrientes. Sus maneras son dulces, suaves, armoniosas y amables y nunca dejan de sonreír si cruzas con ellos un saludo o la mirada. África, como es.
© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
Macizo de Abune Yosef, Lalibela (Etiopía), noviembre 2014.
Jerez, marzo 2016.
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