Hace años que es habitual escuchar determinados términos en el sector del turismo. Al hablar de sostenibilidad, naturaleza y actividad física empiezan a surgir términos como ecoturismo, turismo de aventura, turismo sostenible turismo deportivo… Hay tal variedad que al final resulta difícil saber si hablamos de lo mismo o de formas diferentes de viajar. Dos de esos grandes tipos de turismo son el turismo activo y el turismo de aventura.
Según la Secretaría General de Turismo (2004), se entiende como turismo activo a una manera de viajar que implique la “realización de actividades recreativas y de esparcimiento, la interpretación y/o conocimiento de la naturaleza, con diferente grado de profundidad y la práctica de actividades deportivas de diferente intensidad física y riesgo que usen expresamente los recursos de forma específica, sin degradarlos o agotarlos”. Una larga definición que no deja de ser la realización de actividades con cierta actividad física y manteniendo la sostenibilidad del ambiente natural en el que se realizan.
Tal y como estuvimos analizando sobre el porqué está de moda el turismo de aventura, explicamos que el turismo de aventura se entiende como “un tipo de turismo que normalmente tiene lugar en destinos con características geográficas y paisajes específicos y tiende a asociarse con una actividad física, el intercambio cultural, la interacción y la cercanía con la naturaleza. Esta experiencia puede implicar algún tipo de riesgo real o percibido y puede requerir un esfuerzo físico y/o mental significativo”.
Como vemos, definiciones muy afines que nos pueden llevar a confusión. Sin embargo, el turismo de aventura es realmente un tipo de turismo activo. Es decir, el turismo activo es más amplio y abarca lo que podemos considerar turismo de aventura.
¿Qué es el turismo activo?
El término Turismo Activo está formado por dos palabras que por separado conocemos y que juntas podemos hacernos una fácil idea de a qué se refiere. Sin embargo, ¿hasta qué punto podemos decir que un viaje entra dentro de la categoría de turismo activo?
Esta idea de turismo activo surge como una alternativa al turismo vacacional tradicional que podemos conocer de toda la vida. El sol y la playa se dejan de lado para abogar más por viajar a diferentes destinos realizando actividades. La principal diferencia del turismo activo es que permite conocer los destinos de una manera diferente. Como su propio nombre dice, el viajero pasa a ser una parte activa del viaje, no se dedica únicamente a disfrutar pasivamente del lugar, sino que realiza una actividad física.
El turismo activo implica tener que realizar una actividad que en muchas ocasiones se asemeja al deporte, así podemos hablar de hacer trekking por una montaña, subir una ladera en bicicleta, hacer una ruta en raquetas por la nieve o bajar unos rápidos en kayak. Como vemos, siempre con la naturaleza en un lugar principal.
Pese a lo que podríamos pensar, no es necesario estar en una gran forma física para este tipo de turismo. De hecho, el turismo activo es una opción idónea para viajar con niños y en familia, pudiendo realizarse en la naturaleza y en alojamientos rurales.
El turismo activo ofrece algunas actividades de turismo de acción y aventura, pero excluye las actividades y prácticas que son perjudiciales para el medio ambiente y suponen una amenaza para la biodiversidad y la cultura local. Lo más importante es la actitud y las prácticas y directrices con las que se lleva a cabo una actividad. La bicicleta de montaña, la escalada libre, el rafting y el senderismo pueden realizarse de forma responsable, pero también pueden ser muy perjudiciales para el entorno natural si no se hacen correctamente. Por tanto, no se trata tanto de lo que se hace, sino de cómo se hace.
El turismo activo añade un componente intelectual a la experiencia del viaje. Tiene en cuenta que hay una diferencia de actitud fundamental entre la conquista de la naturaleza y su estudio. La recreación es un uso legítimo de la naturaleza, aunque subordinado al objetivo de la educación y la preservación del medio ambiente. El turismo activo parte de la convicción de que la biodiversidad natural es el valor más preciado de la tierra, y el ser humano debe comprometerse plenamente a proteger este legado.
Si este turismo activo lo llevamos un paso más allá, hacia lugares de difícil acceso (p.e. exóticos o remotos) o que requieren una actividad con una alta intensidad física o mayor riesgo, entramos en otro tipo de turismo. Pasamos a hablar de turismo de aventura. El turismo de aventura ofrece experiencias emocionantes que son físicamente exigentes. De este modo, podemos entender al turismo de aventura como la realización personal a través de la emoción de dominar entornos peligrosos. El rafting en aguas bravas, el piragüismo en el océano, la equitación, la escalada libre, el excursionismo y el senderismo por zonas naturales son algunos ejemplos. Evidentemente, todo esto tiene un alto componente subjetivo.
Diferencia entre turismo de acción y turismo de aventura
Sabemos ya la diferencia entre turismo activo y de aventura, pero es frecuente escuchar hablar también de turismo de acción. ¿Se puede considerar también parte del turismo activo?
El turismo de acción implica muchas actividades deportivas como la bicicleta de montaña, rally campo a través, puenting y otros deportes extremos. Pese a que pueda parecer arriesgado, cada vez más, este tipo de actividades se ofrecen como parte de diferentes paquetes turísticos. El principal atractivo de este turismo de acción es la emoción y la diversión que proporciona el subidón de adrenalina de la práctica de estas actividades, que generalmente suponen un riesgo (aunque éste sea mínimo).
Como vemos, una definición muy próxima a la del turismo de aventura. El turismo de acción y el turismo de aventura implican la realización de actividades físicas que generen una emoción. Por tanto, ¿en qué se diferencian? En esencia, en el lugar donde se practican.
El turismo de acción no requiere necesariamente una interacción estrecha o auténtica con la naturaleza intacta y puede realizarse en parques de atracciones y otros lugares no naturales. Además, este tipo de turismo suele estar más dirigido hacia adolescentes y jóvenes de veintipocos años.
Por su parte, el turismo de aventura está ligado a una naturaleza intacta con un mínimo de influencias de la civilización. La naturaleza es el telón de fondo de este turismo que busca una experiencia intensamente personal. La naturaleza dicta las reglas y proporciona el escenario. Normalmente, se lleva a cabo en lugares remotos reconocidos por su belleza natural y sus atributos físicos.
Un turismo que se adapte a nosotros y sea sostenible
Es fácil perderse entre tantos términos y conceptos. Incluso no hay una definición del todo clara de qué es qué, ni qué forma parte de qué. Incluso a veces hay paquetes turísticos que ofrecen todo tipo de actividad. Por eso mismo, realmente da igual cómo se denomine. La máxima para realizar un viaje activo ha de ser que se trate de un viaje que nos motive a una actividad física, a un nivel que sea acorde a nuestro capacidad física, y que sea sostenible con el entorno en el que se realiza. Este tipo de turismo es cada vez más habitual, y esté claro que llegó hace unos años para quedarse.