Shukriddin Rikhsiev no hace mucho que es artista. Me enseña con pasión sus dibujos y artesanías, finos dibujos y miniaturas realizadas sobre hojas de árboles como el plátano de Indias. Me muestra también, orgulloso, un diploma que le ha concedido la Universidad de Artes Islámicas de Tabriz, en Irán, y en su pequeño estudio-tienda se ve que disfruta con su trabajo. Atrás quedaron los años más difíciles para las ciudades míticas de Asia Central, cuando las primeras hordas soviéticas de la era estalinista borraban de la faz de estos territorios todas las artes y los cultos, utilizando las mezquitas para almacenes, cuando no eran sencillamente destruidas.