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Ciudades míticas de Asia Central

Ciudades míticas de Asia Central

Shukriddin Rikhsiev no hace mucho que es artista. Me enseña con pasión sus dibujos y artesanías, finos dibujos y miniaturas realizadas sobre hojas de árboles como el plátano de Indias. Me muestra también, orgulloso, un diploma que le ha concedido la Universidad de Artes Islámicas de Tabriz, en Irán, y en su pequeño estudio-tienda se ve que disfruta con su trabajo. Atrás quedaron los años más difíciles para las ciudades míticas de Asia Central, cuando las primeras hordas soviéticas de la era estalinista borraban de la faz de estos territorios todas las artes y los cultos, utilizando las mezquitas para almacenes, cuando no eran sencillamente destruidas.

Samarcanda, Bujará, Khiva, son algunos de los nombres de esas ciudades míticas. Ciudades que nacieron hace más de dos mil años y que florecieron al calor del comercio en la Ruta de la Seda. En estos oasis rodeados de desiertos se construyeron verdaderas joyas arquitectónicas y la cultura corrió junto con la economía por las venas de estos milenarios caminos. Minaretes, mezquitas, medersas, , zocos, mercados, almacenes, caravanserais, acogieron a miles de viajeros durante cientos de años. Lugares de nombres soñados como Samarcanda, a donde ya el rey Enrique III de Castilla enviara la llamada “Embajada a Tamerlán”, por la que un fraile dominico, versado en lenguas orientales, llegaría hasta la misma corte del emperador Timur.

Cuando te encuentras bajo las arcadas de las mezquitas, en los zocos artesanos o en los jardines piensas cómo han llegado hasta aquí en la historia. Oleadas de turcos, rusos y soviéticos pelearon en estos viejos muros… Hoy, afortunadamente, junto a los barrios modernos aún se mantienen las trazas de las viejas ciudades, los emparrados y los adobes. Las viejas mezquitas y caravensarais comenzaron a rehabilitarse en los últimos años de la era soviética, cuando el régimen se tornó en algo más civilizado, y hoy son bien mantenidas por el gobierno uzbeco. Nuestro buen y joven guía llamado Lautaro, me dijo; - Mire, sr. Faustino, Un buen día de 1991, los soviéticos nos dijeron: “uzbecos, sois libres”. Y, ¡ no nos lo creíamos! Nunca habíamos sido libres - Mientras tanto, Shukriddin Rikhsiev sigue pintando y saboreando esa libertad.

Aquella tarde, en la pequeña terraza de un cafetín de Bujará, el sol poniente del final del verano acariciaba las celestes y verdosas cúpulas de las mezquitas, los minaretes y las terracotas, mientras el cielo se teñía de color turquesa pálido. Entonces, te das cuenta de que por un momento, estás en la hora justa y en el lugar adecuado.

Uzbequistán, Septiembre 2016.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.

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