En unas horas estaremos volando a Oriente. No se trata de la "Embajada a Tamorlán", aquélla epopeya que por orden del Rey Fernando III de Castilla, realizaran en 1406 nuestros compatriotas Ruy Gonzalez de Clavijo y Alfonso Pérez de Santamaría a la corte de Samarcanda.
Pero sí, modestamente, vamos a seguir los pasos de todos aquéllos que desde Marco Polo se aventuraran por la “Tierras del Arbol Seco, los reinos de Gog y de Magog, la tierra de los dragones y los grifos”. Es una ruta soñada. Comenzaremos en Uzbequistán, visitando Bujara y Samarcanda. Luego, pasaremos a Tayikistán y durante 11 días vamos a recorrer a pie las montañas Fan, de más de cinco mil metros, un nudo de cordilleras en el oeste del Pamir.
Tras la ruta a pie y desde Dusambé, la capital, vamos a seguir la Alta Ruta del Pamir. Llevamos unos permisos especiales de circulación GBAO, para atravesar la región autónoma de Nagorno Badashan, fronteriza con Afghanistán. El impresionante recorrido atraviesa parte de una ruta histórica, el corredor de Wakhan, accidente geográfico de primer orden, que en forma de grandioso valle parte en dos las cordilleras del Hindú Kush y el Pamir. Serán 1700 km de pistas de tierra y pequeñas carreteras a través de altos pasos por donde llegaremos a Kirguistán bordeando la frontera China. Será un buen momento también para releer a mi admirado Eric Newby, en su libro "Una Vuelta por el Hindu Kush", en el que narra sus aventuras por el Nuristán, durante una expedición en 1959, sin duda uno de los “culpables” de que yo vaya por allí. Hasta pronto, los caminos de la seda nos esperan. Las dos primeras páginas de mi cuaderno de viaje ya no están en blanco.
Con Adolfo Morales Caballero y Manuel Márquez Gómez
© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
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