Hemos quedado con el sr. Jairo, uno de los primeros guías de Ciudad Perdida. – En 1997 tuve que suspender mis actividades, nos dice, por problemas con la guerrilla y los paramilitares, pero la situación ha cambiado, la zona ahora está tranquila y la gente que antes se dedicaba a la extorsión ahora se dedica al turismo.
Santa Marta, casi a orillas del Caribe colombiano está impregnada de fragancias y olores dulzones, de puro trópico.
“E buona a frutinha pa refrescar ao calor”, me comentaba un abuelo en la estación de autobuses de Itaiaia. Habíamos estado varios días de caminatas bajo el fragor del Parque Nacional de Bocaina, en la Mata Atlántica, la última selva costera del Atlántico brasileño. Ahora nos esperaba Río, la “Ciudad Maravillosa” como dicen los cariocas.
De nuevo en ruta, tomamos un bus “semi leito” con destino a Cochabamba. Los autobuses de algunas compañías como “Bolívar” son excelentes, disponen por lo general de dos plantas con asientos “cama” y “semicama”.